Un tuerto nos miró de cara

Una salida de fin de semana plagada de aciagos, roturas e infortunios, pero al final gracias que llegamos todos los biker de una pieza, pero no las cabras. El último fin de febrero a la gente le costó madrugar, sobre todo a Isidro que lo esperamos en el Choleo a que tuviera tiempo para quitarse las mantas de encima.
Un nutrido grupo formado por Juan Manuel, Manolo, José Miguel, Fernando, Lázaro e Isidro comenzamos a rodar hasta el Trasvase. Ya en tierras crevillentinas nos cruzamos con un grupo de Catral que iba hacia El Romeral, pero nosotros decidimos ascender La Bigotilla, o La Pepitilla, según cada uno lo interpretara. Antes de subir ya dejamos un poco atrás a Lázaro que en las rampas duras de esta subida bajó de la yegua, junto a Fernando que no tuvo su mejor día.
Se hizo un pequeño parón de reposo antes de llegar hasta el refugio de los cabreros y bajar hacia Las Abuelas. Esta bajada vertiginosa por un barranco de tierra rojiza pudo con Juanma que besó el suelo y casi con José Miguel. No hubo demasiados problemas salvo cuando Isidro topó con una piedra lateral y partió la patilla que sujeta el cambiador del cambio al cuadro. Primera asistencia de urgencia, la KTM se quedaría con una sola marcha como las ‘Chotas’ de nuestros abuelos. Manolo tuvo que volver a reajustar la cadena en la primera rampa que se volvió a subir ya que se partió un eslabón.
Para acompañar el sufrimiento de Sidro, Fernando casi vuelve a retorcer la cadena como Jumilla, pero esta vez hubo más suerte y se pudo corregir.
Rodando a ritmo tranquilo ya enfilábamos Albatera cuando José Miguel estrenó su nuevas cubiertas, un pinchazo normal que se complicó en el quirófano. El mecánico oficial Manolito notó cómo las pastillas del freno se caían al suelo y se tuvo que realizar otra reparación. Al final cuatro horas de ruta interrumpidas pero con varias clases magistrales de mecánica urgente, que nunca están demás.
 Texto: F. A.
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